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+1 (888) 647 05 40Alemania es el corazón del sistema europeo de refugiados, un verdadero faro para aquellos que huyen de la violencia, la persecución o las amenazas a sus vidas y su libertad. Este país ha sido elogiado por abrir la puerta a quienes necesitan protección, pero también ha sido criticado más de una vez por cómo maneja estos asuntos. Tratemos de entender lo que significa buscar refugio en Alemania, cuáles son las fortalezas de este sistema, dónde falla y qué historias humanas están ocultas detrás de leyes y reglas secas.
En Alemania, todo lo relacionado con los refugiados se basa en dos pilares: las leyes nacionales y las obligaciones internacionales. En su constitución, que se llama la Grundgesetz, hay un artículo 16a – promete protección a cualquiera que sea perseguido por creencias o acciones políticas. Suena como algo muy humano, ¿no? Pero últimamente esa promesa ha sido limitada. Por ejemplo, si usted viene del llamado «tercer país seguro» – un lugar donde las autoridades piensan que está a salvo – puede simplemente no ser permitido en la frontera.
Imagínese venir a Alemania después de un viaje agotador con nada más que esperanza y miedo. El primer paso es solicitar asilo en la Oficina Federal de Migración y Refugiados (BAMF). Aquí se escuchará su historia.
Estatuto de refugiado: se aplica a las personas que cumplen los estrictos criterios internacionales relativos al estatuto de refugiado, como la persecución por creencias, origen étnico o identidad.
Protección extra: Si usted no cumple plenamente con la definición de refugiado, pero aún se enfrenta a daños graves, como la guerra o la tortura, puede ser un salvavidas.
Pero no todas las historias terminan felizmente. Si la BAMF (Oficina de Migración, Bienestar Social y Filantropía) decide que su solicitud no resiste el examen o si usted ha llegado a través de un país seguro, su solicitud puede ser rechazada. En estos casos se le pedirá que deje Alemania, y puede parecer que la tierra está resbalando bajo sus pies.
El sistema de asilo alemán es un acto de equilibrio. Por un lado, es un país que ha acogido a millones de personas, ofreciéndoles seguridad y una oportunidad de recuperación. Por otro lado, se enfrenta a presiones – políticas, sociales y logísticas – para endurecer sus reglas. Por ejemplo, la política de «terceros países seguros» ha provocado un debate: ¿es justo considerar a alguien seguro sólo porque pasó por otro país?
A pesar de los principios declarados de dignidad y equidad, las disposiciones reales para los procedimientos de asilo en Alemania son motivo de preocupación.
El proceso de decisión final suele retrasarse durante años, mucho más allá del plazo. Durante todo este tiempo, los solicitantes de asilo se han visto obligados a vivir en centros de alojamiento colectivo, que a menudo están superpoblados y no ofrecen suficiente privacidad, lo que causa graves molestias psicológicas. Esta larga espera tiene un efecto devastador sobre la salud mental, así como dificulta el acceso a la educación y la integración profesional.
El sistema alemán no siempre funciona como debería. Algunas organizaciones de derechos humanos y ONG están sonando la campana de alarma sobre la deportación de personas a países donde reina el caos – Afganistán, Siria o Irán. Imagínese: un hombre es enviado de vuelta donde su vida está en peligro! A veces los activistas logran intervenir y detener la expulsión, pero cada caso deja un sabor amargo. Socava la credibilidad de un sistema que debe proteger, no castigar. ¿Por qué sucede esto? Probablemente porque la burocracia a veces olvida el destino humano por papel.
Alemania tiene una lista de países llamados «seguros» – estos son, por ejemplo, algunos estados en los Balcanes o África. En el papel parece lógico: si el país es «seguro», entonces no debe huir. Pero los críticos dicen que este enfoque es demasiado simplista. ¿Qué hacer si perteneces a una comunidad LGBTQ+, una minoría étnica o te opones al gobierno?
Alemania tiene una larga tradición de dar refugio a los que luchan por la libertad: feministas iraníes, oponentes rusos, matones chinos. Este es un país que se ha convertido en un refugio para activistas, periodistas y disidentes. Pero hay un problema: si usted no tiene una historia en los medios de comunicación o documentos que prueben su persecución, probar su verdad se vuelve muy difícil. Este es especialmente el caso de aquellos cuyas solicitudes se presentaron hace muchos años. La máquina burocrática puede perderse sus historias, y te rompe el corazón.
Alemania se convirtió en el centro de atención en 2015, cuando las guerras y la inestabilidad en el Medio Oriente trajeron a más de un millón de personas que buscan refugio aquí. Ese momento cambió todo: cambió la forma en que los alemanes hablan de la migración, y puso una enorme presión sobre el sistema estatal. La infraestructura se ha derrumbado, pero el país sigue luchando. Este período ha demostrado lo difícil que es equilibrar la humanidad y la practicidad.
El número de solicitudes ha disminuido en los últimos años, pero sigue siendo elevado. Entre los nuevos países de origen figuran:
Los tribunales administrativos de Alemania desempeñan un papel fundamental en la protección jurídica al examinar los casos de denegación de asilo. Una parte importante de las decisiones dictadas por la Oficina Federal para las Migraciones y los Refugiados (BAMF) son anuladas posteriormente por decisión judicial, lo que da lugar a la concesión del estatuto de refugiado o de protección adicional.
Este control judicial demuestra claramente cuán laboriosa y ambigua puede ser la evaluación de las solicitudes de asilo, así como pone de relieve la dependencia crítica del sistema de la intervención de la autoridad judicial. Por ejemplo, los tribunales han dictaminado repetidamente que los representantes LGBTQ+ no deben ser deportados a países con un entorno hostil, señalando la violación de sus derechos fundamentales, incluso si el BAMF inicialmente rechazó tales solicitudes.
La obtención del estatuto de refugiado es sólo el primer paso y, créanme, no el más difícil. Entonces comienza el verdadero desafío: integrarse en la sociedad, encontrar su lugar. Muchos refugiados llegan con un pasado paralizado, sin educación, sin conocer el idioma o las tradiciones locales. Alemania está tratando: ofreciendo cursos de idiomas, formación profesional, abriendo las puertas al mercado laboral. ¿Pero siempre funciona como usted quiere? No del todo.
Tomemos, por ejemplo, a los refugiados sirios. Algunos de ellos encuentran poco a poco un buen trabajo, se ponen de pie. Pero para las personas mayores o aquellas que tienen mala salud, el camino es mucho más difícil. Y si se añaden los retrasos en la reunificación familiar – cuando los familiares no pueden venir o rechazar una solicitud en absoluto – hace que la vida sea aún más difícil. Imagina lo que es estar a salvo, pero sin gente cerca. Es como si medio corazón estuviera en algún lugar lejano.
A diferencia de algunos países occidentales que han adoptado medidas agresivas de contención, incluido el procesamiento en alta mar o, al menos en un caso, un acuerdo bilateral con un tercer país, Alemania generalmente mantiene su modelo basado en los derechos y el procedimiento. La detención es poco frecuente, los recursos se conceden, por supuesto, y con bastante frecuencia se dispone de asistencia jurídica.
La política de asilo de Alemania sigue evolucionando bajo la presión del país y de la UE. Los flujos migratorios están cambiando y el marco jurídico debería seguir su ejemplo.
Constante y eventualmente actualizado:
El Gobierno también está trabajando para mejorar el retorno de los solicitantes rechazados, a veces mediante acuerdos bilaterales. Estos esfuerzos son moralmente cuestionables, como lo es obligar a alguien a volver a un entorno inseguro con el pretexto de la necesidad.
Hasta la fecha, Alemania sigue siendo un pilar del sistema internacional de asilo. Dadas las obligaciones legales y la experiencia de Alemania, Alemania tiene el frente moral y político para proteger a los que huyen de la persecución. Pero es un camino lleno de tensión – entre la compasión y el control, idealismo y realismo.
Por lo tanto, el país debe avanzar, cerrando las brechas en la equidad acelerando la toma de decisiones y haciéndolo de una manera que mantenga a la persona necesitada fuera de la burocracia. No se trata solo de proteger a los demás, sino de los mismos principios en los que se basa Alemania.
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